Siria en el tintero. Veleidades de un conflicto


siriaDecía Juan Bosch en un artículo, titulado “Asia y el Sudeste asiático. La ilusión de las guerras limitadas” publicado en abril de 1968 por la desaparecida revista estadounidense The Christian Century, en pleno desarrollo de la Guerra de Vietnam, “…el derecho que se atribuyen los norteamericanos de aniquilar a los comunistas genera el derecho de los comunistas a aniquilar a los norteamericanos” (Bosch, 1968).

Este razonamiento surgía a partir de su reflexión acerca de la misión que asumía los Estados Unidos “… de destruir el comunismo dondequiera que éste asome la cabeza o dondequiera que a los Estados Unidos les parezca que hay comunistas” (Bosch, 1968) y a propósito del despliegue en Vietnam de una estrategia militar a la que ellos llamaban “guerra limitada”, que sin embargo, por el alcance regional y por el número de países ligados a los combates, (como sucede en Siria) se convirtió en un conflicto con efectos internacionales de alcances ilimitados y de resultados que resultaron ser muy diferentes a los proyectados.

Semejante escenario, de no fructificar los esfuerzos diplomáticos rusos, se plantea los Estados Unidos en el caso de Siria. El secretario de estado John Kerry le llama un ataque “increíblemente pequeño”. Habría que ver los resultados de ese tipo de ataque, pues podría tan solo “eternizar” la crisis interna actual hasta que ambos bandos, gobierno y oposición, se aniquilen mutuamente. ¿Será eso lo que se persigue?

Otros han traído a las discusiones en el congreso norteamericano la acepción de “guerra limitada” para una acción en Siria, que sirva de “castigo”siria1 ejemplarizador para evitar el uso futuro de armas químicas por Al Assad o cualquier otro país.
Como en Vietnam, con la idea de un ataque limitado solo se fragua el inicio del “proyecto” sin tener claramente establecido un plan de futuro. De ahí que una intervención de este tipo podría tomarse más tiempo y recursos del que originalmente esté proyectado.  Y si se toma a Irak como ejemplo, se perderán mucho más vidas que las que pretenden salvar, lo que en definitiva fomentará el odio y el terrorismo tan arraigado de por sí en la zona.

Tendríamos que, además de darle vigencia a la teoría del profesor Bosch acerca de las guerras limitadas, variar su lapidaria frase para acercarnos a  la idea de que “…el derecho que se atribuyen los norteamericanos de aniquilar a los TERRORISTAS generaría el derecho de los TERRORISTAS a aniquilar a los norteamericanos”, y ese incremento exponencial de violencia en el mundo es justamente lo que a toda costa debe evitarse.

Este es un elemento que Obama debería tener en cuenta. La situación internacional del conflicto de Siria le ha creado un escenario de crisis nacional –sus índices de aprobación han caído estrepitosamente. Embarcarse en una empresa detestada por sus conciudadanos, cansados de financiar con sus tributos el espíritu guerrerista del imperio –basta tan solo mencionar el trauma derivado de los resultados de la guerra de Irak y Afganistán-  pero que también es mayoritariamente rechazada por la comunidad internacional, es totalmente desaconsejable. Los resultados podrían ser peores que los fines perseguidos.
Caricatura-Obama-vs-SiriaEstados Unidos ha hablado -cual protector impoluto de los valores morales y éticos en la arena mundial- de su obligación ineludible de castigar, cual persecutor legítimo, el uso indiscriminado de armas químicas. También ha hablado de la “línea roja” que significaba el uso de estas y que, según sus “pruebas de inteligencia”, Al Assad habría violado. Paralelamente, Rusia ha presentado pruebas de que el ataque habría sido perpetrado por los “rebeldes”.
Desentrañar cuáles son las pruebas reales, es un asunto difícil, sin embargo, ¿por qué no creer en las rusas? El discurso de Obama, aparte de que olvida el papel histórico y vergonzoso de Estados Unidos en el uso de armas químicas contra civiles, busca -sin resultados evidentes- estructurar  una opinión pública que se acerque a la doctrina Bush de la defensa preventiva, la que, en términos objetivos, no fue más que un eufemismo para disfrazar una invasión ilegal y sangrienta a un país que, salvado el tema de la inexistencia de arma alguna de destrucción masiva, no representaba amenaza creíble para la seguridad nacional estadounidense.

Los argumentos de Obama  no han logrado cambiar la desconfianza del mundo en general, y el escepticismo de los estadounidenses en particular, frente a las acciones unilaterales de carácter bélico, disfrazado de “humanitario” que tiene en su haber los Estados Unidos.

Obama sabe que el mundo no le cree, sin embargo, los intereses que representa le obligan a mantener el lenguaje bélico y la posibilidad de ejecutar una acción que, a todas luces, aun cuando podría esgrimirse que se actúa en defensa de los derechos humanos en Siria, violaría de manera flagrante las disposiciones del derecho internacional y el principio de defensa colectiva. Todo esto sin mencionar que, las armas químicas no son la raíz del conflicto en Siria y que, aparte de estos supuestos 1,400 muertos por gases tóxicos, ya han perecido más de 99,000 sin utilizarse en su contra un solo ápice de gas, tan solo por el fuego inmisericorde de armas convencionales suplidas descaradamente por aliados de ambos bandos, incluyendo lógicamente a losarmas-qumicas-siria Estados Unidos.

Afortunadamente, Obama tuvo la idea de incluir a su congreso en la decisión de atacar o no a Siria, con lo que, aun cuando de ninguna manera la posiblemente lejana aprobación por parte de éste legitimaría una acción bélica contra otro Estado, compró el tiempo necesario para que naciera la arriesgada propuesta de Rusia con la que Siria pudiera poner bajo control internacional sus armas químicas y así, aun cuando para algunos parece vacilante e indeciso, evitar que -por lo menos por el momento- este célebre premio Nobel de la Paz tuviese, de manera arrogante y  violenta, llevar a su país a otra triste guerra, pulverizando su carrera política y violando las más elementales normas del derecho internacional.

El ambiente de diálogo que se ha abierto, aunque con elementos operativos de muy difícil concreción, deberá mantenerse. Independientemente de que beneficie a Rusia y a su imagen internacional no podrá negarse, además, que ha salvado a Obama de un fiasco en su carrera política y en la forma de encarar este conflicto y que posiblemente abra las puertas a futuras soluciones a la veleidosa situación que desangra a Siria.

Así mismo, las amenazas de guerra deben suspenderse. Nadie que tenga que hacer concesiones con un cañón apuntándole a la cabeza devolverá flores a su verdugo una vez éste baje su arma. –

@robert_takata

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